Las batallas que quedan no son para mí, ya no tengo arma, ya no tengo fuerzas, y lo único que puedo hacer es insultar y escupir, pero no sirve de nada, nunca los insultos mataron a nadie ni nunca la saliva salvó una vida. Me quedaré lejos, en las praderas tumbado esperando a que una de esas batallas se concentre en mí, a que ambos bandos me pisoteen y me hieran, y poco a poco cerrar los ojos con el sabor de mi sangre, con el dolor diluido en una lágrima.
Mis palabras me abandonaron y he quedado mudo, no puedo gritar de dolor, no puedo pedir ayuda, solo me queda suspirar para que mi alma me abandone por el viento helado y arrancarme los ojos para no ver cómo se aleja, y el cuervo, siempre presente a mi lado, haciéndose dueño de cada uno de mis segundos, será el último en abandonarme, será el único que me espere al otro lado, será el que vuele junto a mi alma llevada por el viento.
Ciego, mudo y sin alma, y con una batalla constante machacándome me voy alejando, no me queda nada por escribir, solo puedo vomitar palabras sueltas que quedan en mi estómago manchadas de sangre, y poco a poco se marchitan, y con solo una tenue luz que quizás pueda salvarme de mi destino arderán y caerán en el olvido de aquellos que creyeron una vez que con solo una pluma y un papel se puede escribir.
Mi alma se fue con el viento, mi dolor se fue con el agua, mis palabras se marchitaron y por eso dejé una página en blanco.
2 comentarios:
"nunca los insultos mataron a nadie ni nunca la saliva salvó una vida"
No estoy convencido de esto, el resto... sublime
ya, me vas a decir k en una guerra si insultas a alguien lo desmoralizas y se corta las venas, o k le escupes en su arma y como esta sucia ya no te mata xD
En otros casos si es posible que pueda o no pasar, no te digo que no.
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