miércoles, 25 de agosto de 2010

Ciudad perdida

Al amparo de estas viejas ciudades las almas mundanas desconsoladas encuentran como un ambiente de triste fortaleza..., y los conflictos del sentimiento adquieren más vigor..., pero qué diferente sentido.


Al pasar sus secretos de oscuridad soñadora y sentirnos solitarios con el corazón lleno de ansia, se resuelven nuestras interrogaciones con más pena pero con más conformidad espiritual. A veces caemos en un nirvana adorable, y son nuestros cuerpos como las piedras de estos palacios antiguos durmiendo el sueño de la eternidad; otras veces reímos optimistas y otras abunda el gris sangre en nuestro corazón..., pero siempre entre estas piedras de oro se está borracho de romanticismo.



Federico García Lorca

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