martes, 9 de febrero de 2010

Una gota

Una gota puede destruir la armonía de todo un estanque, cae solitaria en el centro del universo y se propaga hasta sus límites, las ondas rebotan y vuelven, chocando entre sí, solo una gota desestabiliza la vida de una persona. ¿Cómo sucede? ¿Por qué? No se puede capturar la esencia del lago por más tiempo del que dura una fotografía, solamente dura un instante ínfimo en la vida del lago, pero grabamos en nuestra mente la imagen de esa fotografía olvidándonos por completo de la realidad, la observamos y soñamos que es un instante eterno, mientras las ondas siguen expandiéndose y atormentando el corazón del lago.

¿No quiero ver la realidad? ¿Tanto deseo que todo permanezca en calma que ciego mi vida a una sola imagen? El mundo no es real, superponemos fotografías a todo aquello que nos gusta simplemente por verlo como lo queremos ver, tal vez mientras una gota o una lluvia destroza la hermosa tela que las partículas de agua tejen sobre más agua. Soñamos, nos evadimos, no quiero ver, solo componer con imágenes de instantes que deseo, mientras lo que deseo está muerto.

Vivir... vivir es sufrir eternamente las ondas de gotas que caen sobre mi corazón, expandiéndose y reagrupándose mientras nuevas gotas siguen cayendo, las gotas de una vida injusta y malévola hasta tal punto que atraviesan la piel, la sangre, alzando orgullosa una gran corona que solo es la culminación de su maldad y de nuestro sufrimiento.

No quiero soñar, no quiero vivir, no hay sitio para mí ni siquiera en la muerte, y tengo que permanecer encerrado en mi jaula, en la que cada salida lleva a otra entrada, solo puedo refugiarme en la noche donde la oscuridad parece cubrir con su espesor mis ojos, impidiéndome ver el mundo tal y como es, manteniéndome despierto para no soñar cosas imposibles, imitando la muerte sin ser muerte.

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