miércoles, 15 de abril de 2009

Una noche de magia

Esta es la historia de una noche de magia que algún dia sucederá. Tú estarás tan bella como siempre, con un vestido azul marino dejado caer elegantemente sobre tu piel, cenando sola en un entrañable restaurante de la costa, y yo, con un traje negro azabache, caminaré ensimismado por un paseo marítimo, acompañado por el rugido de las olas.

Al salir la brisa hará que la arena te ciegue y sacarás un pañuelo, el destino querrá que éste se escape de tus manos y vuele al compás de la música de un acordeón. Dándolo por perdido te descalzarás para andar por la playa sintiendo la fría espuma en tus pies. Yo, en ese momento sacaré de mi bolsillo unas monedas para un músico de la calle y encenderé un cigarro para continuar caminando sin rumbo con el mar de fondo.

Tú te sentarás en la arena, donde tu vestido se humedecerá, y permanecerás impasible con la mirada perdida en el horizonte invisible, tarareando una canción que estará sonando en mi cabeza. Te tumbarás para contemplar las estrellas y suspirarás profundamente, para después cerrar los ojos y sentir la calidez de la noche fría. Yo me pararé frente a un puesto de flores, y sin saber por qué sentiré el impulso de comprar una rosa, responderé encantado a la sonrisa de la florista, y sintiendo el aroma floral continuaré mi marcha sin rumbo como un barco de papel que sirve de juguete a cualquier niño.

Al abrir los ojos sentirás el destello de un faro, mirarás hacia él y algo en tu interior te empujará a alcanzarlo, esquivando a varios pescadores nocturnos acampados en la playa. Yo llegaré al final del paseo marítimo, donde se alza un faro, me apoyaré en la barandilla que da al acantilado. Te protegerás del frío antes de llegar, te pondrás de nuevo los zapatos y caminarás hacia el borde del precipicio, donde descansarás la carga de tus piernas.

En ese preciso momento nuestras miradas se encontrarán por última vez, cuando los dos descubramos ante nuestras presencias una luna llena que se levantará enorme desde las entrañas del mar, tú sentirás el calor de mis labios rozando con los tuyos, yo aspiraré el aroma de tu piel y al unísono derramaremos una última lágrima que se llevará el viento a algún lugar donde puedan encontrarse, una desde Vigo, otra desde Cádiz. Yo dejaré caer la rosa al mar y tú olvidarás que un dia existí.


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